Bloqueo de sociedades. La cláusula del Gin Tonic, la Ruleta Rusa y el Tiroteo Mejicano.

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Es bastante habitual que a un despacho mercantil lleguen situaciones críticas en las que un socio manifiesta que su empresa por una razón o por otra está paralizada. No puede actuar porque existe un bloqueo a la hora de tomar decisiones. En España, donde el mayor porcentaje de sociedades son Pymes o Empresas Familiares esta situación es recurrente, normalmente producida por una paridad en el capital social: dos socios con 50% de capital que no se ponen de acuerdo.

Como establece la Sentencia del Tribunal Supremo número 373/2010, la paralización de una sociedad a través del bloqueo de su Junta General puede exteriorizarse por diversas formas.  En primer lugar mediante una imposibilidad de ser convocada o constituida, por ejemplo, por la negativa a asistir de un miembro necesario para el quórum. Y en segundo lugar, mediante la imposibilidad de adoptar acuerdos.

Además es una situación peligrosa. Ya que el artículo 363 de la Ley de Sociedades de Capital recoge en su apartado d) como causa de disolución la “paralización de los órganos sociales de modo que resulte imposible su funcionamiento”.  Así que si estamos en una situación de colapso societario y no le ponemos solución, resultando permanente e insuperable, habrá que disolver la sociedad. Una decisión salomónica que puede que realmente no sea donde quería llegar ninguno de los socios díscolos.

El pasado 19 de noviembre de 2019 tuve ocasión de asistir a las Jornadas sobre Empresa Familiar organizadas por el Ilustre Colegio de Abogados y el Colegio de Economistas de Sevilla. En ella, un Magistrado del Tribunal de Instancia Mercantil de Sevilla planteaba una serie de soluciones preventivas que pueden ayudarnos a evitar esta situación de bloqueo -junto a las cuales añadiré algunas más que sin duda pueden resultar curiosas-.

Estas soluciones suelen plantearse en los tribunales para intentar resolver problemas similares, en las cuales el Magistrado nos comentaba que llegaba a escuchar frases como “para mí, mi sobrino está muerto”. Ante ello, parece difícil que se pongan de acuerdo ambas partes, así que tendremos que adelantarnos al colapso. Pero ¿cómo?

  • Para tal fin, podemos llevar a cabo cláusulas estatutarias que recojan un voto de calidad del presidente del consejo de administración o de un consejero o familiar en particular; o el nombramiento de consejeros independientes; o el establecimiento de posibilidades de ejercer el derecho de separación; también son cada vez más habituales las cláusulas de Tag-Alone o Drag Alone; o el sometimiento a arbitraje o mediación.
  • Asimismo, los más previsores atajan de raíz estos problemas desarrollando un protocolo familiar o un pacto de socios que encauce la vida societaria y el cómo actuar de la empresa.
  • Pero donde está el meollo de la cuestión es en las “soluciones imaginativas”. Por ejemplo, la Cláusula del Gin Tonic. Es curioso como el derecho anglosajón (¿quién si no?) plantea la posibilidad de incluir este tipo de cláusulas en los pactos de socios. Si no nos ponemos de acuerdo, vamos a quitarle hierro al asunto, tomémonos un gin tonic e intentemos resolver el conflicto de manera más distendida. En la práctica es una cláusula que pretende que en caso de discrepancia entre los Socios sobre el voto a emitir en las juntas generales se propondrá una reunión informal y cara a cara entre ellos o sus representantes para que pongan de manifiesto sus diferencias y busquen la solución menos dañina.

No obstante hay veces que ya el daño está hecho, el bloqueo está establecido y hay que buscar mecanismos de desbloqueo una vez acaecida la paralización de los órganos sociales. Algo que ocurre mucho, por ejemplo en una Joint Venture, alianzas que en un principio fueron estratégicas y que ahora son quebraderos de cabeza o en el momento de sucesión de una Empresa con ramas familiares enfrentadas ¿quién se queda con la compañía? Porque si no nos ponemos de acuerdo, vamos a la disolución. Así, se presentan medidas encaminadas a encontrar una forma de terminar la empresa conjunta.

  • La Ruleta Rusa: Esto es un caso curioso para fijar el precio basado en la oferta y contraoferta. De modo que se establece que, si una de las partes comunica a la otra que va a vender todas sus acciones o participaciones a un precio X, la otra debe comprarle las acciones al precio establecido, o en caso contrario debe venderle las suyas a ese precio. O le compras a ese precio o te las compran por el mismo, hay que elegir el tiro.
  • El Tiroteo Mejicano: también llamado el tiroteo tejano (Texas Shootout). Es una variante de la ruleta rusa que ocurre cuando ambas partes, interesadas en comprar, presentan ofertas selladas a un “subastador independiente” y la oferta más alta compra la empresa a ese precio. Puede ser un buen tiro o salirte el tiro por la culata.
  • La Subasta Holandesa: Se trata de una subasta pero a la baja, de precio descendente hasta encontrar el valor óptimo, que se utiliza cuando no hay forma de ponerse de acuerdo en el establecimiento de un precio y fue utilizado por Google y para las subastas del Tesoro de Estados Unidos. En una subasta holandesa, la compañía ofrece sus valores para ofertar a un precio alto, lo suficientemente alto como para que la compañía no espere vender sus acciones y participaciones, en este caso al contrario que en el anterior, la oferta es pública. La compañía baja el precio hasta que alguien acepta comprar valores y continúa bajando el precio para que más inversores acepten comprar valores. La compañía continúa bajando el precio hasta que todos los valores que se ofrecen sean adquiridos. Al final de la subasta, la compañía vende todos los valores que planeaba ofrecer, y los postores obtienen la cantidad de valores que acordaron comprar, pero todo al precio ofertado por el último postor.

Todas estas soluciones no son mas que propuestas dentro de un abanico de opciones casi interminables que merecerán el estudio del caso concreto. Pero tan importante es saber reaccionar como estar preparado antes de llegar a la situación de bloqueo. Desde luego es una circunstancia interesante.

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